viernes, 10 de diciembre de 2010

Sigo en mis trece

Después de pensarlo detenidamente y de muchas noches en vela… esto fue lo que decidí: No existen los adultos. Dejamos atrás lo vivido y nuestra casa, y dejamos atrás nuestra familia para formar la propia. Pero las inseguridades básicas, los temores básicos, y las viejas heridas maduran con nosotros. Maduramos, crecemos, envejecemos, pero, en general, seguimos siendo unos chiquillos, corriendo por el parque, buscando desesperadamente encajar.

Buscamos consuelo donde podemos encontrarlo. Y nos esperanzamos contra toda lógica, contra todo lo que nos dice la experiencia. Como niños nunca dejamos de albergar esperanzas.


Puede, y solo puede, que esto empiece a convertirse en un blog de reflexiones tomadas de Anatomía de Grey xD

Qué puedo decir, mi vida es mucho mejor si está dentro de la ficción. Pero estoy de acuerdo con todo. Cuando creo que he llegado al punto en el que todo es como es, zas. No, quiero decir.. ZAS! Y... llegado ese momento tienes dos opciones, puedes quedarte en casa a ver el mundo cambiar a tu alrededor, o levantarte y buscar algo mejor. No me gusta demasiado mi casa así que... me he levantado. Y ahora tengo algo de miedo, pero creo que... No necesito que el mundo esté en mi dirección.

Me vale ir a contracorriente, si eso significa conservar la esperanza de que el mundo, o al menos mi mundo, no es una mierda. O bueno, al menos la de que si lo es, podré encontrar otro mundo.