lunes, 24 de mayo de 2010

Aún.

¿Por qué ya no me baila un gusano en la tripa, cuando suena el teléfono y escucho su voz? ¿Por qué no me arreglé para la última cita, y no usé su perfume ni me puse tacón?
¿Por qué ya no es mi tipo? ¿Por qué no es lo de siempre? Será que nuestra vida ya no es diferente, hacemos todo igual que el resto de la gente... Pero me cuesta tanto decirlo a la cara, aguanta un poco más o lo echamos a suertes.

Y yo que siempre había querido una relación como todas las demás... ¿Dónde está mi chispita? ¿Sigo siendo un imán de medio polo? Me niego a creer que el navarro aún tiene secuestradas mis mariposillas... creo que se han escapado y no saben cómo volver conmigo. No tengo la culpa... Pero él tampoco.
Esto no es justo. Ahora que va bien, parece que no tiene sentido. Comienzo a fingir que o tiene, por si lo consigue por inercia. Espero que resulte.

martes, 4 de mayo de 2010

Y seguido.

Tú juegas a quererme, yo juego a que te creas que te quiero. Buscando una coartada, me das una pasión que yo no espero, y no me importa nada.
Tú juegas a engañarme, yo juego a que te creas que te creo. Escucho tus bobadas acerca del amor y del deseo... y no me importa nada, nada, que rías o sueñes, que digas o que hagas... No me importa nada, por mucho que me empeñe, estoy jugando y no me importa nada.
Tú juegas a tenerme, yo juego a que te creas que me tienes. Serena y confiada, invento las palabras que te hieren, y no me importa nada. Nada.


No soy tonta. No soy egoísta por decir que daría mi vida por alguien, si tú no res capaz de ver más allá de tus narices no significa que la humanidad entera cometa ese error. El egoísta eres tú por pensar que mi vida te pertenece.
Que vendas a quien sea por tu bien no significa que yo no sea capaz de venderme por otros. No soy una santa, y ni siquiera soy altruista la mitad de las veces que actúo, pero no me llames mentirosa si digo que no mataría por sobrevivir, sé dónde esta mi precio y queda muy lejos de ahí.
No todo el mundo se vende, y no eres un Dios ni lo serás nunca. Cambia de sueño, chaval, ese te queda grande. Jamás vuelvas a decir que miento, y no vuelvas a llamarme imbécil (y más si lo escribes con n y v, por favor..) Deja de contradecirte, que ni me quieres ni sabes lo que pasa por tu cabeza, que es mucho más simple de lo que crees.

Esto se acaba, la oportunidad se te ha escapado. Y a mí... No me importa.