domingo, 28 de marzo de 2010

Esta noche de angustiosa calma...

He vuelto a soñar con mi casa, pero esta vez no era peligrosa. Era mi casa, sin asesinos, ni atracadores escondidos en ella. No la había decorado yo, y no vivía siempre en ella, pero esa noche sería mía.
Mi casa y mis ventanas, en mi sueño, una vez más. No sé qué sabor me ha dejado esta vez.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Cuando nadie me ve..

Creo que lo mío es sólo comodidad. Que si le echo de menos es porque después de tanto tiempo es cómodo esta con él, y quizá es eso lo que me gusta, la comodidad. La tengo demasiado poco a menudo, y a lo mejor no le quiero, me frustra, es egoísta y presumido, y no quiere saber qué leo. ¡No le parece interesante que me envíen un libro de 20 años que ya no se edita! Ni siquiera pregunta cómo va mi vida, no le importa. Él, él, él, y su absurda manía de pensar que está enamorado de mí.
¡MENTIRA!

Yo al menos soy honesta, y digo que lo dudo. Quizá sí, y soy tonta, pero quizá no. Acepto las dos posibilidades, sé que están.
Necesito más comodidad aún, y sola estoy cómoda. Tengo miedo a acostumbrarme.

A veces me elevo, doy mil volteretas, a veces me encierro tras puertas abiertas. A veces te cuento por que este silencio, y es que a veces soy tuya y a veces del viento. A veces de un hilo, y a veces de un ciento...

domingo, 21 de marzo de 2010

Ya, pues yo no.

Vale, aquí viene una reflexión. ¿Por qué? Porque ir al cine es lo que tiene.
Un hombre se pasa su vida viajando, vive en los aeropuertos, y los días que tiene que pasar en casa, los sufre. ¿Por qué?
Miedo al compromiso, dirán. No, no lo tiene.

Bueno, empezaré desde el principio. Tienes una mochila en la espalda. Intenta imaginarla. Llénala con tus cosas, las fotos, los regalos, las entradas de cine, el sofá, la tele, las llaves... Mételo todo, y ahora intenta moverte. La mochila no te deja.

Ahora bien, ¿necesitas moverte? Yo necesito moverme. No quiero que mi mochila pese, quiero que esté vacía, sea ligera y me permita ser todo lo independiente que quiero.
Volvemos a la reflexión. Mete en tu mochila a toda la gente que conoces, desde los que saludas, hasta aquellos que saben todos tus secretos. Pesa, claro. No te deja moverte. También pesa, pero parece que es mucho más difícil vaciar ahora tu mochila.

¿Sigo necesitando moverme? Quizá simplemente no puedas meter a las personas en tu mochila, y ni siquiera sea un problema. Pero el caso es que lo veo bastante real. Y no quiero que mi mochila deje de pesar en ese caso. No quiero que llegue un momento en el que no pueda ir sola al cine, leer sola, pasear sola, llegar a casa y no saludar a nadie. Me gusta, me gusta eso. Soy independiente, pero no quiero imaginarme sin poder tener a alguien siempre.
¿Cómo se combina? Quiero una mochila multiusos!

domingo, 14 de marzo de 2010

Y traigo el peine de mi alma

Que ya está hasta los cojones de peinar tirabuzones.

No sé dónde me he metido. Es meterse en un laberinto y hacerlo a oscuras, sin saber siquiera si quieres estar en el jodido laberinto.
Tengo que reclutar a esa nueva persona en la que te has convertido, que parece que va a merecer la pena algo de mi tiempo. Tengo que darte esa pequeña oportunidad, porque por primera vez creo que lo mereces, y además soy capaz de luchar contra ti. Nada hace que mis rodillas se venzan dejándome por debajo de ti. Absolutamente nada.
Lo cual hace que me pregunte dónde habré perdido eso que hace que pierda la compostura. Y veo la respuesta dibujada en pequeñito, pero intento no leerla. Sé lo que pone, claro que lo sé. Pone alguna frase en euskera, algo demasiado cómodo, demasiado blandito. Demasiado hecho para mí. Si lo leyera ahora perdería su sentido, y sería extraño sentirlo tan fuera de lugar. No quiero que eso ocurra, así que guardaré mi respuesta hasta que de verdad pueda leerla.
Ahí, con esa sensación blandita se ha quedado mi energía, positiva y negativa. Ahí ha quedado lo que crea en mí la atracción, ahora soy un imán de medio polo.

Pero tiene que tener un sentido todo esto. Que otra vez se cruce en mi camino un idiota que me deje sin conocer el final de la historia sin motivo es algo frustrante, pero pensar que otro idiota intenta retomar una historia que pisoteó... Ya son ganas de meter el dedito en la yaga.

Yo no digo nada, total para qué? Al menos tengo la convicción de que esto es lo único que puedo hacer. Y esperar a que mi medio polo desarrolle cierta energía, me da igual hacia donde. Magia, por favor, unas chispitas que estén a mi alcance. No debe ser tanto pedir.

Soy yo, o la adolescencia consiste en contradecirse? Qué horrible.