lunes, 23 de mayo de 2011

Other lives.

Cuando decimos que la gente no cambia, volvemos locos a los científicos y estudiosos (puede que podamos excluir a Parménides (mierda, sé eso!)) porque el cambio es lo único que de verdad permanece. La vida cambia, las cosas pasan, los amigos vienen y se van, los sueños desaparecen, se cumplen o se olvidan, el tiempo corre. Es lo que hace todo esto interesante, y sin embargo, nos empeñamos en buscar eso que sigue igual (no hablo por nadie que no se de por aludido, que conste) eso que parece continuar ignorando el tiempo. Y si lo encontramos, sea lo que sea, parece un pequeño cachito de héroe que es capaz de todo, o al menos, un cachito que parece lindo.
Pero el cambio puede ser mejor, el cambio son oportunidades, es abrir todas tus ventanas y empezar, hacer desaparecer el tiempo que ya ha pasado y ver el que viene. Odio ponerme filosófica pero creo que es la primera vez que me gustan los cambios, veo millones de cosas dentro. Juntas, y arremolinadas pueden parecen un agujero negro, pero estoy segura de que no lo son. Si lo parece es solo porque son demasiadas, quizá el riesgo esté en que ante el cambio hay que escoger, y cuando escoges algo estás dejando de lado otra cosa. Pero no deja de ser emocionante.
Y cuando no lo es... el tiempo, que es al fin y al cabo el que nos tiene que vender la moto, acabará convenciéndonos de que en los cambios está la clave. Aunque parece ilógico esperar al tiempo, al menos esperas con la certeza de que llegará. Cambiará, y no se nos puede dar tan mal.

Una de la madrugada, tras ocho horas estudiando. Podría haber vaticinado el fin del mundo... en vez de eso, creo me he portado.

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