domingo, 21 de marzo de 2010

Ya, pues yo no.

Vale, aquí viene una reflexión. ¿Por qué? Porque ir al cine es lo que tiene.
Un hombre se pasa su vida viajando, vive en los aeropuertos, y los días que tiene que pasar en casa, los sufre. ¿Por qué?
Miedo al compromiso, dirán. No, no lo tiene.

Bueno, empezaré desde el principio. Tienes una mochila en la espalda. Intenta imaginarla. Llénala con tus cosas, las fotos, los regalos, las entradas de cine, el sofá, la tele, las llaves... Mételo todo, y ahora intenta moverte. La mochila no te deja.

Ahora bien, ¿necesitas moverte? Yo necesito moverme. No quiero que mi mochila pese, quiero que esté vacía, sea ligera y me permita ser todo lo independiente que quiero.
Volvemos a la reflexión. Mete en tu mochila a toda la gente que conoces, desde los que saludas, hasta aquellos que saben todos tus secretos. Pesa, claro. No te deja moverte. También pesa, pero parece que es mucho más difícil vaciar ahora tu mochila.

¿Sigo necesitando moverme? Quizá simplemente no puedas meter a las personas en tu mochila, y ni siquiera sea un problema. Pero el caso es que lo veo bastante real. Y no quiero que mi mochila deje de pesar en ese caso. No quiero que llegue un momento en el que no pueda ir sola al cine, leer sola, pasear sola, llegar a casa y no saludar a nadie. Me gusta, me gusta eso. Soy independiente, pero no quiero imaginarme sin poder tener a alguien siempre.
¿Cómo se combina? Quiero una mochila multiusos!

No hay comentarios: