sábado, 24 de septiembre de 2011

Come on, skinny love, just last the year..

Tengo un ritmo que se salta el orden de los latidos de mi corazón y se aleja de la velocidad con la que corre la sangre por mis venas. Se descomponen y se me descompensan los ritmos en momentos precisos, cuando menos lo espero. Pensando que algo está bajo control, es fácil caer en el error de que la solución de lo que pueda pasar está en mis manos, pero el control va estrechando su sujección y desgastando aquello que tiene debajo. Y entonces los ritmos se ralentizan, porque lo notan. Y cuando caen en su error paran de una forma terrible que nadie ve venir, y me pregunto cómo puede ser que mis manos aun tengan color si la sangre se ha parado, y no hay oxígeno que avance. La respuesta es fácil, es el ritmo de otra cosa el que se ha parado, escapando de un par de latidos. Cuando vuelve a ponerse en marcha tarda en alcanzar la sangre que inexplicablemente seguía corriendo, y está ahí la descompensación que me hace ahora ponerme a escribir.
Es mucho más simple que todo esto. Se me desgastaron las fuerzas, y cuando volvieron alguien me dijo que no tenían utilidad, y me faltó el aire. Se queda en standby todo lo que puedo razonar.



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