martes, 4 de mayo de 2010

Y seguido.

Tú juegas a quererme, yo juego a que te creas que te quiero. Buscando una coartada, me das una pasión que yo no espero, y no me importa nada.
Tú juegas a engañarme, yo juego a que te creas que te creo. Escucho tus bobadas acerca del amor y del deseo... y no me importa nada, nada, que rías o sueñes, que digas o que hagas... No me importa nada, por mucho que me empeñe, estoy jugando y no me importa nada.
Tú juegas a tenerme, yo juego a que te creas que me tienes. Serena y confiada, invento las palabras que te hieren, y no me importa nada. Nada.


No soy tonta. No soy egoísta por decir que daría mi vida por alguien, si tú no res capaz de ver más allá de tus narices no significa que la humanidad entera cometa ese error. El egoísta eres tú por pensar que mi vida te pertenece.
Que vendas a quien sea por tu bien no significa que yo no sea capaz de venderme por otros. No soy una santa, y ni siquiera soy altruista la mitad de las veces que actúo, pero no me llames mentirosa si digo que no mataría por sobrevivir, sé dónde esta mi precio y queda muy lejos de ahí.
No todo el mundo se vende, y no eres un Dios ni lo serás nunca. Cambia de sueño, chaval, ese te queda grande. Jamás vuelvas a decir que miento, y no vuelvas a llamarme imbécil (y más si lo escribes con n y v, por favor..) Deja de contradecirte, que ni me quieres ni sabes lo que pasa por tu cabeza, que es mucho más simple de lo que crees.

Esto se acaba, la oportunidad se te ha escapado. Y a mí... No me importa.

domingo, 18 de abril de 2010

Soy un completo incompleto

si me giro y no te veo. Eso dijo.

Me levanto, nos vamos. Él viene detrás, me coge de la mano, tira de mi y me besa.
Se ve que ya no nos vamos, me parece bien.

Me siento, se sienta a unos metros. Estás demasiado lejos, me pongo de pie y me quedo a su lado. Sigo las líneas de sus manos hasta que él estrecha las mías. Me mira hasta que no lo soporto más y frunzo el ceño. ¿Por qué me mira? Y me dice que por qué le miro. Bueno, pues si te molesta dejo de mirarte. No pasan un suspiro y niega con fuerza. ¡No! Mírame, me gusta, te siento cerca. Y le miro otra vez. Aquí se está bien.

Me llaman, nos tenemos que ir. Cinco minutos más, por favoooooor... Y tiro de él, pero me dejo llevar. Así no nos podemos ir, si no dejas de besarme. Es que si te pones tan cerca no lo puedo evitar, la culpa es tuya, le digo. Insiste, cinco minutos mááás...
Y abajo quedan diez minutos más, fingiendo un cine y un bol de palomitas. Coge más, dice, están bien de sal? Y sonríe. Las mejores palomitas invisibles que he tomado, sin duda.

¡Mañana te veo!

Y de repente... Se acaba. No debería haber dicho nada a Sara, cuenta. No tendría que haberle dicho nada, si llego a saber que se me pasaría tan rápido no la habría hecho daño.

No es que duela.. Pica un poco, sólo eso. Es que.. se estaba bien.

domingo, 28 de marzo de 2010

Esta noche de angustiosa calma...

He vuelto a soñar con mi casa, pero esta vez no era peligrosa. Era mi casa, sin asesinos, ni atracadores escondidos en ella. No la había decorado yo, y no vivía siempre en ella, pero esa noche sería mía.
Mi casa y mis ventanas, en mi sueño, una vez más. No sé qué sabor me ha dejado esta vez.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Cuando nadie me ve..

Creo que lo mío es sólo comodidad. Que si le echo de menos es porque después de tanto tiempo es cómodo esta con él, y quizá es eso lo que me gusta, la comodidad. La tengo demasiado poco a menudo, y a lo mejor no le quiero, me frustra, es egoísta y presumido, y no quiere saber qué leo. ¡No le parece interesante que me envíen un libro de 20 años que ya no se edita! Ni siquiera pregunta cómo va mi vida, no le importa. Él, él, él, y su absurda manía de pensar que está enamorado de mí.
¡MENTIRA!

Yo al menos soy honesta, y digo que lo dudo. Quizá sí, y soy tonta, pero quizá no. Acepto las dos posibilidades, sé que están.
Necesito más comodidad aún, y sola estoy cómoda. Tengo miedo a acostumbrarme.

A veces me elevo, doy mil volteretas, a veces me encierro tras puertas abiertas. A veces te cuento por que este silencio, y es que a veces soy tuya y a veces del viento. A veces de un hilo, y a veces de un ciento...

domingo, 21 de marzo de 2010

Ya, pues yo no.

Vale, aquí viene una reflexión. ¿Por qué? Porque ir al cine es lo que tiene.
Un hombre se pasa su vida viajando, vive en los aeropuertos, y los días que tiene que pasar en casa, los sufre. ¿Por qué?
Miedo al compromiso, dirán. No, no lo tiene.

Bueno, empezaré desde el principio. Tienes una mochila en la espalda. Intenta imaginarla. Llénala con tus cosas, las fotos, los regalos, las entradas de cine, el sofá, la tele, las llaves... Mételo todo, y ahora intenta moverte. La mochila no te deja.

Ahora bien, ¿necesitas moverte? Yo necesito moverme. No quiero que mi mochila pese, quiero que esté vacía, sea ligera y me permita ser todo lo independiente que quiero.
Volvemos a la reflexión. Mete en tu mochila a toda la gente que conoces, desde los que saludas, hasta aquellos que saben todos tus secretos. Pesa, claro. No te deja moverte. También pesa, pero parece que es mucho más difícil vaciar ahora tu mochila.

¿Sigo necesitando moverme? Quizá simplemente no puedas meter a las personas en tu mochila, y ni siquiera sea un problema. Pero el caso es que lo veo bastante real. Y no quiero que mi mochila deje de pesar en ese caso. No quiero que llegue un momento en el que no pueda ir sola al cine, leer sola, pasear sola, llegar a casa y no saludar a nadie. Me gusta, me gusta eso. Soy independiente, pero no quiero imaginarme sin poder tener a alguien siempre.
¿Cómo se combina? Quiero una mochila multiusos!

domingo, 14 de marzo de 2010

Y traigo el peine de mi alma

Que ya está hasta los cojones de peinar tirabuzones.

No sé dónde me he metido. Es meterse en un laberinto y hacerlo a oscuras, sin saber siquiera si quieres estar en el jodido laberinto.
Tengo que reclutar a esa nueva persona en la que te has convertido, que parece que va a merecer la pena algo de mi tiempo. Tengo que darte esa pequeña oportunidad, porque por primera vez creo que lo mereces, y además soy capaz de luchar contra ti. Nada hace que mis rodillas se venzan dejándome por debajo de ti. Absolutamente nada.
Lo cual hace que me pregunte dónde habré perdido eso que hace que pierda la compostura. Y veo la respuesta dibujada en pequeñito, pero intento no leerla. Sé lo que pone, claro que lo sé. Pone alguna frase en euskera, algo demasiado cómodo, demasiado blandito. Demasiado hecho para mí. Si lo leyera ahora perdería su sentido, y sería extraño sentirlo tan fuera de lugar. No quiero que eso ocurra, así que guardaré mi respuesta hasta que de verdad pueda leerla.
Ahí, con esa sensación blandita se ha quedado mi energía, positiva y negativa. Ahí ha quedado lo que crea en mí la atracción, ahora soy un imán de medio polo.

Pero tiene que tener un sentido todo esto. Que otra vez se cruce en mi camino un idiota que me deje sin conocer el final de la historia sin motivo es algo frustrante, pero pensar que otro idiota intenta retomar una historia que pisoteó... Ya son ganas de meter el dedito en la yaga.

Yo no digo nada, total para qué? Al menos tengo la convicción de que esto es lo único que puedo hacer. Y esperar a que mi medio polo desarrolle cierta energía, me da igual hacia donde. Magia, por favor, unas chispitas que estén a mi alcance. No debe ser tanto pedir.

Soy yo, o la adolescencia consiste en contradecirse? Qué horrible.

miércoles, 13 de enero de 2010

Fin.

Me debes tantas cosas que no sé por dónde empezar. Me debes tantas cosas que no creo que merezcan reclamación siquiera..
Ya no es que lo entienda o lo deje de entender, ya no es que me duela o no, que te eche de menos o que viva mejor sin ti, que sepa que tienes razón o que piense que estás loco.. es, simplemente, que se me han mezclado todos los extremos. Tienes razón y a la vez te equivocas, porque no puede ser que sea completamente correcto esto, porque nos quedan cosas por hacer. Te quedan tantas cosas que contarme.. Y aún no aprendiste a querer escuchar todo lo que yo tenía que decir. Le falta lógica para encajar en un mundo bonito.
Para acabar, debería de verdad estar acabado. Que no quedasen motivos para que no acabase, y eso no ha pasado. Y si ahora te arrepientes y vuelves me negaré, porque quizá no se puedan cumplir las cosas que dejamos en pagaré.
Aquí, mis dos extremos. Ni contigo, ni sin ti. Porque nada funciona ahora.

No sé por qué, pero necesito escribir algo como una despedida, algo que haga notar la diferencia que hay entre los dos ahora. Porque, lo triste es que en el día a día apenas lo noto. Al menos, debo agradecerte que me dieras un par de meses para acostumbrarme a estar sin ti, que me enseñaras que puedo ser sólo un minuto en tu día sin que pase absolutamente nada, y a la vez ser una parte tan importante de tu vida. Vuelvo a no entender cómo combinas estas cosas, pero quizá se deba sencillamente a que lo que no combina contigo, soy yo.
¿Por qué lo creía? ¿Por qué lo creías tú? Y.. ¿qué ha hecho que se esfume? No, hacerme preguntas tampoco es consuelo. Joder, te echo de menos. Echo de menos tener un pensamiento recurrente, un tema al que siempre poder volver, algo que recordar antes de cerrar los ojos y dejar que mi consciencia se pierda, segura de que he pensado en algo que merece la pena. Echo de menos cantarte canciones, aunque lo hiciera sola, y también escribir para ti y dedicar los minutos que pudiera en recorrer cada uno de los que pasé contigo. Y es ahora, ahora cuando dejé de odiarte, es ahora cuando te vas. Y ahora es justamente cuando veo lo bueno que sabías esconder y te repito, que te echo de menos.
No vuelvas a jurarme que tú también me echas de menos, no me vuelvas a convencer de que te cuesta dormir a ti también, no quiero que me repitas que lo último que querrías es hacerme daño. Y no se te ocurra volver a decir que si te has ido, es justamente para evitar hacérmelo.
Sólo cabe en tu cabeza. Y ahora, en la mía y en todos los recuerdos que se me repiten ocho mil veces al día con una música de fondo que preferiría que se quedase muy muy mudita. A pesar de todo, me alegro de tener algo que recordar.


Me niego a quejarme de nuevo, y no voy a pedir nada. Eso sí, al próximo que se le ocurra prometerme algo, se lo come.


Entender bien lo que dices me hace sentirme tan raro.. Empieza todo a hacerse triste, a quedar del otro lado. Tú también lo prometiste, fuimos dos equivocados... Y ahora este sitio esta lleno de noches sin arte, de abrazos vacíos, de mundos a parte. De hielo en los ojos, de miedo a encontrarse, de huecos, de rotos, de ganas de odiarse. Ya lo llevo sintiendo, me quedo sin aire. El cielo ha caído, se muere, se parte..
Sólo es un infierno sostenido. Sólo es un esfuerzo relativo.