-La buena influencia no existe, señor Gray. Cualquier tipo de
influencia es inmoral..., inmoral desde un punto de vista científico.
-¿Por qué?
-Porque influir en una persona es entregarle el alma. Esa persona ya
no piensa de una forma natural, ni arde con una pasión natural. Sus virtudes no
son reales. Sus pecados, si es que existe algo semejante, son un préstamo. Se
convierte en el eco de la música de otro, en actor de un papel que no se ha
escrito pensando en él. Nuestro objetivo en la vida es desarrollarnos. Cada uno
de nosotros debe realizar su propia naturaleza perfectamente; para eso estamos
aquí.
Hoy en día, las personas se tienen miedo a sí mismas. Han olvidado el más
alto de los deberes, el deber consigo mismo. Por supuesto que las personas son
caritativas. Alimentan al hambriento y dan abrigo al mendigo. Pero sus propias
almas se mueren de hambre y están desnudas. Nuestra raza se ha quedado sin
valor. Quizá nunca lo tuvimos. [...] Y aun así, estoy convencido de que, si un
hombre pudiera vivir su vida de una forma intensa y completa, dando forma a
todos sus sentimientos, expresión a todos sus pensamientos, realidad a todos
sus sueños... creo que el mundo recibiría tal inyección de alegría que
olvidaríamos todas las maldades del medievo y volveríamos al ideal helénico, o
incluso a algo superior, más rico que el ideal helénico. Pero el más valioso de
nuestros hombre siente miedo de sí mismo.
Oscar Wilde - El retraro de Dorian Gray
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