Un momento para cada cosa, y cada cosa en su momento. No sé como enlazar las frases, pero creo que tienen relación. No tiene sentido intentar tenerlo todo en un momento, sentir que todos tus pensamientos confluyen en una misma idea, al mismo tiempo. Parece complicado, porque se supone que tenemos una opinión respecto a algo y esta opinión no va a cambiar según el momento en el que haya que defenderla. Pero no es así, las opiniones, las ideas, cambian según el momento que se esté viviendo. Mirado desde fuera, si no estás viviendo esa situación, puedes tener un concepto distinto, y una vez lo estás viviendo, cambia por completo, de modo que dudas qué es lo que realmente piensas, y no comprendes tu propio pensamiento, lo cual es ilógico. ¿Cómo no vamos a poder comprender lo que nosotros mismos creamos, nuestra mente? Es fácil, por el simple hecho de que al intentar comprender lo que pensamos, lo vemos desde fuera, y esa opinión es la racional, la que adquirimos tras reflexionar hondamente, la neutral, por decirlo de algún modo. Pero esta opinión no serviría en todos los aspectos del momento que se nos ha presentado, por el cual tenemos que tomar partido por una u otra opinión, porque los estamos viviendo nosotros mismos, porque aquí, la opinión que vale es la que tomamos desde el corazón o el instinto, ésta es la que no pensamos, la que sentimos o deseamos, sin más.
No son las mismas, y no podemos comprender nuestro pensamiento, aún aceptando el hecho de que está dividido. En realidad creo que lleva muchos, muchísimo años llegar a comprenderse a uno mismo, y creo que antes de que ocurra esto, habrá ya una persona que nos conoce mejor que nosotros mismos, porque es capaz de desentrañar cual sería nuestra opinión, la que sentimos, y nosotros les cedemos la confianza para explicar la opinión que llega del razonamiento, así que esta persona, ciertamente tiene un don, algo que en parte nosotros mismos hemos dejado que desarrollara, algo que nos es de gran ayuda, aunque no siempre sigamos.
Una vez se ha aceptado y comprendido todo esto, en mayor o menor medida, queda una decisión por tomar, y es ¿a qué razonamiento haremos caso? ¿por cuál guiarnos? Depende de la persona, y por supuesto, del momento. Es, a largo plazo, más adecuado el razonado por el pensamiento, el racional, pues habrá tenido en cuanta todos los pros y los contras, habrá pensado en las repercusiones del acto... Pero en el momento en el que lo vivimos, en el momento en el que se plantea la necesidad de tomar una decisión, si simplemente nos dejamos llevar por lo que queremos, por lo que deseamos hacer... Sí, se es mucho más feliz.
Es una filosofía de vida, como tantas otras, con su lado bueno y el malo, pero para vivir el momento, es francamente gratificante.
Deja que el deseo por una vez se cumpla, deja que el silencio te susurre otra vez, deja que tu ausencia en una depresión se hunda, deja que el niño que llevas dentro vuelva a nacer. Deja que la duda que hay en tu mente no pregunte y que no se clave, que ni siquiera hable y que se muera solo por esta vez.
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